Cállate, es lo primero que
pienso cuando una persona empieza a hablar. Las razones por la cual esto paso
pueden variar, lo que no varía es que las personas prefieren expresarse que
escuchar. Cuando se topan con una persona que no tiende a hablar mucho se
quedan asombrados o incrédulos. No todos les gusta hablar de su vida como si a
todos les importara. Algunos no dicen nada importante, solo hablan por la
adicción y el placer de hacerlo.
Solo porque hay personas que no
hablan mucho no quiere decir que ellos no tengan algo mejor que decir. Las
personas que hablan mucho tienden a pensar que si no hablas eres bruto o no
pudiste captar lo que te dijeron. Pero lo que ellos no saben es que no cedieron
a entender las estupideces o barbaridades que ellos dijeron.
Personalmente, a mí se me hace
muy difícil callar cuando oigo la senda de disparates o estupideces que
escucho. Si no tienes nada que decir no digas nada, ese refrán no para de ser
cierto luego de tantos años. Pero, la razón
que la hace cierta es que hoy día es peor el caso de las personas que hablan
por hablar.
Yo como persona soy callada, por
lo menos a si me catalogan los demás. A mí me gusta ver, oír y hablar. A veces
por no hablar me topo con estas personas que hablan, hablan y hablan. Es como si
en mi frete hubiera un letrero que dijera: “Estoy dispuesta a escuchar
cualquier mierda que tengas que decir, gratuitamente”. Pero, realmente, no por
ser callada me gusta escuchar.
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