25 de abril de 2012.
Un día que vi común, ni bueno ni malo, solo
un día más. Como un día mas no me preocupe en decirle a mi familia que la amo. Yo
en la computadora, mi padre viendo televisión como un día común. Yo en una esquina
fuera de la vista de los demás, sin hablar ni hacer ruido. De sorpresa llega mi
madre temprano del trabajo. Ya no es un día común. Mi madre, sin saber que estaba
cerca, dice una noticia difícil. Una punzada cruzo me corazón, no lagrimas ni llantos
pero si dolor. Me cuestione si no debí escucharlo pero en eso se acerca mi mamá.
La mire con pregunta en mis ojos: ¿Escuche sin querer?, ¿El mensaje era para mi
también? Ella me miro y puso su cara de cucharita para no llorar. Yo asentí con
la cabeza y pensé: Ya hay algo que marcar en este día, una muerte.
Apague la computadora, no podía seguir actuando
como un día común porque ya había dejado de serlo. No quise pensar en nada porque
sé que lloraría en un instante. Solo actué no común, lo que llamarían “momento
de luto”. Los tres nos sentamos e hicimos algo que mi papá quisiera hacer: ver televisión.
Hubo un momento en que mi mamá me pregunto con su cara de cucharita como estaba.
Yo le sonreí y le explique que no lo había pensado mucho.
Al próximo
día fui al calendario, apunte mi dedo hacia el 25 de abril y pensé: “Este es el
día que murió mi abuelo.”
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