Cuando era pequeña, veía a esta
niña, tan perfecta y hermosa como una Orquídea. Sus ojos eran verde limón, su
rostro redondo y liso, con un cuerpo pequeño pero equilibrado. Comparándola
conmigo, ella era hermosísima. Pues yo era tan chata e imperfecta. Mis ojos
eran marrones oscuros, mi rostro era como una bola de baloncesto y mi cuerpo no
estaba tan lejos de eso.
Crecí viendo a esta niña tan
perfecta al lado mío. Siendo sensible, cariñosa, cuidadosa, respetuosa y
alegre. Mientras yo era una amargada, seria, irrespetuosa e irresponsable. Todo
lo opuesto a esa niñita perfecta.
Pero, yo sabía algo que todos no
saben: ella odia. No saben todas las cosas que ella dice. Dice cuanto odia a la
gente, cuanto le disgusta que la llamen lindura. Yo no he insultado u odiado a
alguien como ella odia e insulta a todo el que le pasa por al frente.
Me quedé sin palabras
cuando la escuché por primera vez, a esa niñita perfecta, insultar a alguien.
No pude entender la necesidad que tuvo para tener que insultar a esa persona. Y
a mí me va como la mala, claro, porque no escondo lo que es verdad. Las digo en
a cara la verdad. Pero ella, no. Se pasa insultando a rey mundo todo el tiempo.
Haciendo chismes y mentiras de la gente.
¿Y a quién culpan? Pues a
mí, ¡¿quién más?! Si la
niñita perfecta nunca hace nada.
Así, ha sido toda mi vida.
Comparándome y culpándome con esa niñita perfecta. Tristemente no puedo hacer
nada. ¿Quién me va a creer? ¿Quién va a protegerme? Nadie. Estoy sola, sola y
sin remedio.
Desde que era pequeña, era la
niña más perfecta. Con mis ojos verde limón, mi rostro redondo pero liso, con
mi cuerpo pequeño pero equilibrado. Me comparaban mucho con esta niñita chata y
des perfecta. Pues, tenia ojos marrones oscuros, rostro como bola de baloncesto
y su cuerpo redonda como un sartén.
Crecí viendo a esta niñita
imperfecta sufriendo por mí. Pues, a mí nunca me hacían nada. Como era tan
perfecta, ¿qué errores verían en mi? Tristemente a ella la culpaban de todo.
Siendo ella culpable o no.
Pero, ¿saben qué? Ella es tan
delicada y limpia que creo que sobrepasa mi belleza física. Pues sus
pensamientos son tan ingenuos que dan pena. Tan sola y si nadie a quien acudir.
A veces cansa que te regañen por
cosas que no haces. No los culpo, ¿cómo van a regañar a alguien que se ve como
un angelito? Pero a mí, que me veo como una bola, me cogen y me tiran regaño
tras regaño. En vez de estar regañándome deberían estar pendientes a la niñita
perfecta. Todas las maldades que hace y todas las cosas horribles que dice.
Pero no, prefieren vigilarme a
mí que a esa niñita perfecta. No entiendo la diferencia. ¿Por qué ella no la
regañan si es tan mala? ¿Será por su físico? Lo que sé es que, un día, la van a
encontrar actuando como ella y se van a dar cuenta que hay debajo de esa carita
de niña buena y perfecta hay maldad.
Hay veces que por poco
encuentran las pequeñas maldades que hago. Pero, nunca me culpan, culpan a la
niñita chata. Siempre. Es algo un poco gracioso y patético. Al ver mi carita de
niña buena no pueden culparme de nada. Pero les diré algo…siento un poco de
enojo. Por más que la culpan no enseña en su carita chata tristeza ni enojo.
¿Por qué no? Si la culpan de algo que no hizo… ¿Cómo lo hace?
Les diré una verdad, no creo que
encuentren quien soy en verdad. Ni encuentren como es de verdad la niña
perfecta. Son muy ignorantes para darse cuenta que hay debajo de nuestras
caritas.
Si ellos no van a hacerlo, yo
voy a hacerlo. Voy a ensenarles a todos quien en verdad somos.
Saben, aburre un poco ser la niña
perfecta todo el tiempo. Debe ser interesante que se enteren que soy peor que
esa pobre niñita chata.
Quiero que vean como es ella,
como esa cara tan linda y perfecta es de verdad. Fui donde ella, con esa carita
perfecta. Cogiéndole por el pelo le hale la piel fuera de su cuerpo. Dejando
ver su alma negra y perversa.
Cuando me vi, fuera de mi
cuerpo, grité con enojo. Me confundí… ¿Quién era ahora? Con el enojo encima,
que ponían mis ojos rojos, cogí la piel de la niña chata y le hale la piel
fuera de su cuerpo… Dejando ver esa alma blanca como la nieve…llena de paz y
amabilidad como una madre. Me quedé sin palabras, era algo que no esperaba.
Aunque lo sabía, nunca pensé que en verdad pudiera ser más bella que yo.
Al dejar ver como somos,
escogimos ser una persona por primera vez en la vida. Dejando ver quien somos en verdad: una niña con ojos marrones oscuros, una cara chata pero con cuerpo
pequeño pero equilibrado, con un alma blanca y perversa. Llamándonos Joven.
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