El día de mi
graduación está próximo a llegar. Muchos me preguntan cuál será mi próximo
paso. Otros me preguntan cómo se siente haber terminado el bachillerato. Otros
solo se limitan a felicitarme. Yo les contesto, preguntándome a mí misma lo
mismo.
Mi próximo
paso está lleno de variables que no puedo controlar. Si quiero seguir estudios
graduados, estoy a merced de que me admitan de muchos que solicitan con mejores
calificaciones y experiencia. Si quiero trabajar, estoy a merced de que me
escojan de los muchos que solicitan para la misma plaza con experiencia.
El gusto es
algo muy personal y no hay contestación errónea, solo prejuicios. Sinceramente
este bachillerato no fue fácil, a veces siento que pase los cursos sin aprender
nada. Si tuve oportunidad de cambiarme antes de culminarlo, pero no sabía a
cual cambiarme. No puedo negar que con este bachillerato puede que encuentre
trabajo más rápido, aunque sea ser maestra.
A veces me
pregunto qué hubiera ocurrido si hubiera escogido uno de mis sueños. Mi primer
sueño fue ser veterinaria. Amo los caballos, así que dudo que no me hubiera
gustado estar alrededor de ellos toda mi vida. Pero, debí tomar un bachillerato
en biología para luego aplicar para la escuela de veterinaria. Y, sinceramente,
no creo que me hubiera gustado coger tantas ciencias. Esa fue la razón por la
que nunca pensé en ser doctora.
Mi segundo
sueño fue ser mecánica de auto. Desde los 12 años ayudaba a mi papá con cosas de la casa. Mi hermana
mayor no le gustaba y mi mama estaba ocupada con otras cosas. Él hacía varias tareas, la mayoría
arreglando o instalando cosas, lo cual me gustaba y aprendía. Pero, cuando se
los comente, ellos no me apoyaron porque me era muy fuerte y agotador. También había
algo sexista en sus tonos, ya que esa carrera es más para hombres que mujeres.
Al final desistí, probablemente por la razón de lo agotador que es trabajar en
eso todos los días y sin olvidar que puede que nadie me diera trabajo por ser
mujer.
Mi tercer
sueño fue ser escritora. No es tan sorprendente ya que por este medio es que
comunico mis más profundos pensamientos. Desde los 14 años me puse a escribir
ensayos para competir en la escuela. En 10mo gané tercer lugar, en 11mo gané segundo lugar y en 12mo gané primer lugar. Se pudo ver mi
mejoramiento en la escritura al ir subiendo de lugar en las competencias.
También, en otra competencia en la escuela gané tercer lugar, donde se envió a otra
competencia a nivel isla de las escuelas católicas. A nivel isla gané el primer
lugar y el premio supremo de la competencia en general. Al recibir tantos
premios y buenas críticas, pensé que podría lograrlo. Pero mis padres no me
apoyaron, diciendo que podía escribir en cualquier momento y estudiar
literatura no me aseguraba un trabajo. Al final desistí, en parte tenían razón.
Varios autores puertorriqueños no pueden vivir con solo sus libros. También, yo
no escribía novelas sino ensayos y no escribía tan a menudo como para sacar un
libro cada año.
Una de las razones
por la cual nunca me cambié de mi bachillerato fue por miedo a fracasar. Los caminos que me
gustaban se veían tan lejos mientras me esforzaba en no fracasar mis clases. Al
final, aquí estoy a punto de graduarme de un bachillerato que corto todos mis
caminos a mis otros sueños.
Sí, puedo estudiar de nuevo y escoger
alguno de mis sueños. Pero, mis padres no me lo van a pagar. Tendría que
pagármelo, lo cual nos trae al problema mencionado arriba: necesito un trabajo.
En fin, debo
verlo por el lado positivo, aunque no realista. Muy poca gente se gradúan de mi
bachillerato, así que esto me hace como una especia rara. No puedo negar que me
hace sentir importante y todavía no puedo creer que lo haya logrado.
Aunque no se
bien que es lo que vaya a hacer, sé que no voy a ser un parásito más en la
isla. Trabajare y daré mi dinero para que el gobierno se lo eche al bolsillo. Seguirá
este ciclo vicioso hasta poder irme de aquí.
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